91.- leer y llorar #2

Tenía,literal, años, con Los mil años de Pepe Corcueña empolvándose en mi estantería. Ni siquiera recuerdo de dónde lo saqué, con eso digo todo. Seguramente leí Toño Malpica bajo el título y lo puse en la compra solo por eso.

Éste ejemplar  de Ediciones el Naranjo tiene la portada más sosa: es que no te das idea de nada: hay un arca y un niño con peluches dentro de una caja de cartón, como si fuera un libro de canciones de cuna para bebés. Otra razón más de mi abandonamiento.

Como no me llegaba el pedido con los libros para el curso, decidí checar en mi librero a ver si tenía algo de esos autores y vi que sí. El de Pepe Corcueña fue el primero que leí. Nada que ver con lo teto de la portada, eh. En la primera página ya estaban secuestrando a un niño, arrastrándote dentro de la vorágine de páginas y páginas. Dos veces quise dejar ahí la lectura y empezar a dormir, pero las dos veces dije «ay, un poquito más y ya», hasta que lo terminé.

Ésta novela corta cuenta tres historias, dos de ellas dependen completamente de la primera, de la del secuestro. El caso es que empiezan y tu no te das cuenta de que hay varias historias rodando a la vez por que son apenas detalles, además, qué va a ser más importante que un niño de nueve años tratando de manejar una situación así. Al final, incluso casi en la misma hoja, las historias se cierran una detrás de la otra, tan rápidas como el trayecto de una bala. Y ahora sí, a llorar a moco tendido.

Dicen que la literatura infantil no debe tocar temas demasiado incómodos, temas para adultos, porque crea en el niño sentimientos de frustración y confusión.  Y un cuerno. Creo que es de las herramientas más eficaces para que los niños entiendan situaciones complicadas, porque los problemas siempre van a estar allí, y ellos tienen que aprender a manejarlos. Y es que además de la confrontación, cuando el tema en cuestión se lleva con un tratamiento adecuado, es como si la historia flotara hasta el final. En el caso de Noé, el niño secuestrado, hay un par de bofetones propinados por su celador, hay gritos, hay maldiciones, pero todo ello sin usar palabras aterradoras: sí es triste, y te asustas, pero está lejos de ser una historia de terror: mientas Noé intenta calmarse a sí mismo, te calma a ti también.

Un punto y aparte para tocar fibras más sensibles. O un paréntesis.

Uno de los temas principales es perdonar. Aunque las autoridades morales dicten lo contrario. Por eso quiere hacer un audio, con mejor sonido que los anteriores, y mandarlo a mi familia en el grupo de whatsapp, porque está pasando por una situación muy severa y nadie se atreve a ceder para mediar las cosas. Y la única manera que se me ocurre para sanear, es ésta: leerles y esperar que reciban el mensaje. Los libros, a veces, son así.

 

Cada día que pasa mueres un poquito.